3 de junio de 2008

SUERTE

Alguien hoy, me dijo una palabra en hebreo...
MAZAL... (quiere decir suerte!!)
Yo le contesté que no creo en la suerte, que creo en mi esfuerzo...
Entonces me contó lo siguiente...
Mazal está compuesto por tres letras principales:
M (mem) que en hebreo se usa para decir "macom" y que quiere decir " lugar".
Z (zain) que se usa para decir " zman " y quiere decir "tiempo" y
L (lamed) que se usa para decir "lilmod" y que significa "conocimientos".
Es decir....
Tiempo, Lugar y Conocimientos, es la receta ideal para "tener" suerte.
MAZAL!

Comprometerse...

El siguiente texto es de Antonio Gramsci.
La virtud que tiene (entre otras) es que me hizo sentir, que mucho tiempo antes de que yo existiera, alguien escribió lo que yo pienso respecto de lo mismo.
Es como sentirse parte de la misma tribu y no estar tan solo en medio de este desierto de pensamientos, no?

La indiferencia es el peso muerto de la historia.
La indiferencia opera potentemente en la historia.
Opera pasivamente, pero opera.
Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar.
Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos.
Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia.
Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar.
La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente.

Sobre escribir y los sentimientos

He copiado este texto escrito por el gran maestro y pensador Dn. Fernando Savater, por que he sentido que si bien le caben varias interpretaciones (un mérito de por si enorme), en el eje de todas tiene la fuerza suficiente para graficar los sentimientos.
Recomiendo visitar ademas, el "delicioso" espacio de preguntas y respuestas que Dn. Savater publicó en el diario El Mundo .

Pero en voz baja confieso que echo de menos ciertas deliciosas incomodidades del antiguo régimen: la pluma que vacila, retrocede y tacha al escribir esa palabra difícil que nos compromete, el temblor de la letra que descubre otro estremecimiento más íntimo y hasta… ¿me atreveré a decirlo?... hasta la tinta corrida por la humedad inoportuna de una lágrima que emborrona la despedida que jamás hubiéramos querido firmar.

Canción de la buena gente

Creo que todos tenemos razones para echar mano a estas letras, que son de Bertolt Brecht, y buscar dentro nuestro las motivaciones para sentirlas propias.
Yo ya lo hice y por eso están aquí...

A la buena gente se la conoce en que resulta mejor cuando se la conoce.
La buena gente invita a mejorarla, porque ¿qué es lo que a uno le hace sensato?
Escuchar y que le digan algo.
Pero, al mismo tiempo, mejoran al que los mira y a quien miran.
No sólo porque nos ayudan a buscar comida y claridad, sino, más aún, nos son útiles porque sabemos que viven y transforman el mundo.
Cuando se acude a ellos, siempre se les encuentra.
Se acuerdan de la cara que tenían cuando les vimos por última vez.
Por mucho que hayan cambiado - pues ellos son los que más cambian - aún resultan más reconocibles.
Son como una casa que ayudamos a construir.
No nos obligan a vivir en ella, y en ocasiones no nos lo permiten.
Por poco que seamos, siempre podemos ir a ellos, pero tenemos que elegir lo que llevemos. Saben explicar el porqué de sus regalos, y si después los ven arrinconados, se ríen.
Y responden hasta en esto: en que, si nos abandonamos, les abandonamos.
Cometen errores y reímos, pues si ponen una piedra en lugar equivocado, vemos, al mirarla, el lugar verdadero.
Nuestro interés se ganan cada día, lo mismo que se ganan su pan de cada día.
Se interesan por algo que está fuera de ellos.
La buena gente nos preocupa.
Parece que no pueden realizar nada solos, proponen soluciones que exigen aún tareas.
En momentos difíciles de barcos naufragando de pronto descubrimos fija en nosotros su mirada inmensa.
Aunque tal como somos no les gustamos, están de acuerdo, sin embargo, con nosotros.